domingo, 30 de mayo de 2010

SOLO OS VOY A DEJAR EL PRIMER CAPITULO K RAÚL ME A TENTADO, LO DEMAS CUANDO ACABE TODO.


CAPITULO 1: LA CARA.




-Hola, me llamo Carl y he vuelto a nacer.

Me acabo de despertar, estoy confuso, miro hacia arriba y contemplo el cielo, era mediodía ya que el Sol se encontraba en su cenit, una nube descomunal, negra como el carbón anunciaba la llegada de una gran precipitación. Me sentía libre, como si estuviera volando, era una sensación agradable como un bebe que todavía estaba en la tripa, no sentías nada y no te apoyabas en nada, “estaría muerto”. En ese momento, cambio mi vista hacia abajo, quiero gritar y no lo consigo, quiero correr y no puedo huir, ahora quiero morir. Al mirar descubro el temor más preciado, el suelo verde se encontraba a tres metros, mis pies clavados sobre una tabla y la hierba manchada de sangre, procediendo de mis pies y manos, formaba una espeluznante cara sonriente, que me miraba fijamente, no se podía escapar de su mirada incluso con los ojos cerrados la seguías sintiendo.

Soy negro, mejor dicho café con leche; con el pelo color castaño y una cara redonda donde las haya, tenia una cicatriz en el muslo izquierdo a la altura de la rodilla y mi piel era áspera como una lija, vestía una camiseta en la que ponía “The king of pop”, unos pantalones piratas, desgastados, color negro; y unas zapatillas negras, con el dibujo de la marca en rojo. Era fuerte, pero orgulloso; era inteligente, pero tonto; tenía un carácter que me distinguía entre todos, a mi no me gustaba la moda, ni las apariencias; solo quería leer un buen libro mientras que estoy haciendo ejercicio en el gimnasio.

El último recuerdo que poseo en mi memoria, es el momento en el que paseaba en bicicleta por un pueblo abandonado y vacío de cualquier tipo de vida, llamado Olcarcón. Me dirigía hacia la iglesia situada en el centro del pueblo y que se podía ver desde cualquier punto de este, el campanario tenía un nido de cigüeñas aparentemente abandonado, la fachada era de piedra desgastada por el paso del tiempo con unos grandes ventanales la mayoría rotos y la puerta gigante era de madera, ya podrida, en el campanario se podía observar unas campanas pequeñas, rodeando a una campana mayor, el campanario era el único sitio del pueblo que no parecía abandonado, destruido y desgastado. Cuándo derrepente me golpearon la cabeza con un especie de bate de béisbol, pero a su vez sentías el frió y liso tacto del hierro, me caí inconsciente.

Me encontraba anclado en la cumbre de una colina toda verde con unos arboles a la izquierda de mi posición, poco frecuente en pleno verano. Llegue a la conclusión de que debía escapar de aquella cara sonriente situada bajo mis pies, que me miraba fijamente y me parece que cambio de lugar, pero no puede ser, un dibujo no se puede mover o tal vez si.

Mis pies aunque sin fuerza alguna, empezaron a realizar un esfuerzo inigualable hacia delante hasta que el clavo termino de traspasar mi piel, musculo, hueso y otra vez la piel; me prepare para gritar de dolor pero no sentí nada, ni un solo dolor por pequeño que fuera. Al haber dejado mi cuerpo tan solo apoyado por dos clavos, uno en cada mano, estas acabaron cediendo y rajándose hacia arriba dejándome caer al suelo y aplastando aquella cara, cuando me levante, no comprendía porque no sentía ningún tipo de dolor y a la vez me alegraba de esto. Me habrían anestesiado o algo parecido.

Eleve mi muñeca izquierda hasta que se cruzo con el recorrido de mi mirada y vi por el reloj, que habían pasado tres días desde mi choque con algún tipo de objeto. Mire hacia abajo y grite, esta vez, si grité, pero no de dolor, me encuentro con que la cara con su sonrisa ha desaparecido y mi ropa no estaba manchada de sangre, vuelvo a gritar y empiezo a correr colina abajo hasta llegar a una pared de ladrillo rojo con pintadas de pequeños delincuentes y de unos 6 metros de altura que me impide el paso, me calmo y empiezo a bordear aquella pared que terminaba en una puerta de barrotes oxidados, unos muy cerca de otros y acabada en media luna, con un cartel en el que pone: Cementerio local. Estoy exhausto, caigo y me quedo dormido, a la puerta de aquel cementerio, con un único sueño salir de allí.

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